Engañar a los demás puede ser un mérito, engañarte a ti mismo siempre es una idiotez.

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Un yo, más otras circunstancias, hacen otro yo.

No te engañes, por mucho que lo intentes evitar, siempre acabas engañándote.

Las circunstancias siempre moldean un yo, aunque sea fuerte.

El saber no ocupa lugar, de lo contrario el tamaño de muchas cabezas sería como la de un alfiler.

No hay garantías de que si pudiésemos vivir una segunda vida, incluso sabiendo lo que sabemos, fuera mejor que la primera.

Un problema de difícil solución, una de las grandes preguntas de la filosofía, es saber qué es lo importante de la vida.

Saber vivir es el arte de combinar los placeres más básicos o animales, con los más superiores o humanos.

Solo se que no se nada…..dijo el sabio, quizás con saber algo, pero de las cosas importantes, como por ejemplo saber vivir, se puede ser un cómodo erudito de la vida.